Hacia el final de su intervención, el cantante granadino Miguel Soler Lopez nos dijo: "Gracias a los que amáis el arte por acompañarme este sábado". Fue en torno a las 12.30 de ayer en el Centro Cultural del Flamenco de la calle Conde de Xiquena de Madrid, justo detrás del Café Gijón. Los que amamos la poesía de Hernández, Lorca y Serrat pudimos escuchar, durante dos horas, la arrolladora voz de Miguel, su humildad, sencillez y las guitarras que le acompañaban, entre los que se encontraba la de su hermano Rafael.
Y recordamos poemas como estos:
"Si vas a la vendimia".
"El niño yuntero".
"Es verdad".
"Elegía a Ramón Sijé".
"El pequeño vals vienés".
"Romance de Curro el Palmo".
"Nanas de la cebolla".
Me saqué algunos fotografías con Miguel e hice algunos videos un tanto rudimentarios, pues en esta ocasión quería quedarme con los testimonios sonoros de este sábado de primavera, como las "Nanas de la cebolla", uno de los poemas más hermosos y tristes de la literatura española, y el apasionado romance de desamor de "Curro el Palmo". Al comenzar el primer video, una mujer entre el público pidió perdón a Miguel en nombre de Madrid por ser tan pocos escuchando su recital. Ya en la calle brillaba más el sol, como en la fotografía que me hice con él. Mientras picábamos algo en la Cervecería Alemana no se me iban estos versos de Lorca de la cabeza:
"Es verdad".
"¡Ay, qué trabajo
me cuesta quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.
¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?
La mar no tiene naranjas
ni Sevilla tiene amor.
Morena, qué luz de fuego.
Préstame tu quitasol.
Me pondrá la cara verde,
zumo de lima y limón
tus palabras, pececillos,
nadarán alrededor".
(A mi madre la hubiera gustado mucho escuchar a Miguel).
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