El Valle del Tiétar, las Cuevas del Águila, las Cinco Villas donde está Cuevas del Valle y la calzada romana que sube al Puerto del Pico y nos permite perdernos por cualquier rincón a más de mil metros de altura hasta dar con la Venta del Obispo donde alguna vez cené con Antonio Zaballos antes de los conciertos de los veranos de Gredos, bajo las estrellas, y donde ayer comí la carne de Ávila que tanto me gusta, que tanto gustaba a mi padre, rodeado de alegres y locuaces motoristas. La calzada romana siempre comunicará el siglo I con el siglo XXI, las tierras llanas de la meseta norte y el Valle del Tiétar, y a través de este con las de Toledo y Extremadura, y ya en concreto la fortaleza de Abula con Emerita Augusta, en la cañada de Mérida a León. Hay algo del mar inmenso, casi oceánico, en estas tierras de Castilla sin mar y sin océano, toda la historia de la humanidad en los campos infinitos del tiempo. Como me suele ocurrir cuando camino por este lugar, pensé en Máximo, el personaje de Russell Crowe de "Gladiator", 2000, que nació en Mérida. Lo vi pasando la mano por el trigo de Extremadura y subiendo la calzada en dirección a Roma recordando a su mujer y a su hijo, como yo había hecho atrapando las nubes y el amor con los brazos, pero siempre desde la libertad, que es la palabra que más me gusta y más feliz me hace y me ha hecho siempre:
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