Si físicamente me han comparado con Pacino, Mature, Banderas y otros actores, mis libros lo han hecho con Joyce, Camus o Perec. Estos días el escritor catalán y profesor de narrativa Ferrán Guallar se ha leído mi novela "Entrevías mon amour". Ha hablado de ella en sus redes sociales y compartido esta foto. Ferrán ha sido uno de los últimos invitados a mi tertulia literaria. Tras escribir que es un "novelón", dijo que el desarrollo de esta historia, los canales por los que circula y la manera de narrarla le recordaban a Paul Auster y a Javier Marías. "En resumen es un descubrimiento extraordinario". Al leerlo me quedé pensando en las alusiones a Auster y Marías. Hubo una época en que leí a Auster. Y mientras tomo el primer café de la mañana recuerdo con un evidente afecto "El palacio de la luna", "La música del azar" y "La trilogía de Nueva York", libros que me traen a la memoria, salvando las distancias, a sus "maestros" Don DeLillo y Thomas Pynchon, dos de los escritores más importantes del siglo pasado a los que dediqué en su día sendas tertulias. Curiosamente, uno de los personajes de mi novela se apellida Hustvedt, apellido que tomé de la mujer de Auster, también novelista. Y, por otro lado, hace un par de semanas recordaba a Marías comiendo un cordero estupendo en el Mesón Castellano de Soria, lugar donde le conocí un frío día de invierno. Charlamos un buen rato de literatura, tras de lo cual le invité a mi tertulia literaria, pero por unas cosas u otras no pudo venir. Para mí Marías siempre será el escritor de "Corazón tan blanco" y "Todas las almas", novelas muy "british" influidas por sus años como profesor en Oxford y Estados Unidos. Su atmósfera me transporta siempre a Inglaterra (cuando se editaron, en los noventa, viajé por allí con asiduidad) y a la música de Edward Elgar, también tan británica, más si cabe si se escucha en el centro de Londres, en los Proms del Albert Hall y el Hyde Park:
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