A veces me dicen que soy un escritor sexy, lo que siempre me saca una sonrisa de incredulidad; la última vez ha sido el otro día en esta red social. Y ahora me apetece escribir un poco sobre ello. Lo sexy nace en la sugerencia, en la posibilidad. Aquello que nos atrae física y sexualmente crece en la ausencia parcial, en lo que no se ve, pero se intuye que está en alguna parte. El problema es que lo que cada uno entiende que es "seductor" para los demás a menudo es irreal, una fantasía motivada por la época en la que vivimos. A uno le hace o no sexy su propia autoestima, el que te importe un comino lo que los demás piensen de ti. Es algo más psicológico que físico, creo, y no tiene que ver con la edad ni con la ropa que te pongas. La moda cambia continuamente, como en el escaparate de esta fotografía que me hice antes de que empezara a hacer calor de verdad, pero no sucede lo mismo con la "valoración" que cada cual realiza de sí mismo.
Mientras me tomo el primer café, me viene a la cabeza una escena de la película "Martin H" (1997), del argentino Adolfo Aristarain:
No hay comentarios:
Publicar un comentario