¿Por qué hay tanta gente enfadada que nunca sonríe por la calle y se queja siempre de que no tiene tiempo para hacer nada? El otro día lo comenté con esas chicas sexis que se quisieron sacar una fotografía conmigo en la "Casa de México" y reconozco que se me fueron los morritos, jeje. Mis alumnos suelen decirme que nunca me enfado ni echo a nadie de clase, aunque se porten mal. Mis amigos aseguran, por su parte, que nunca critico ni me meto con nadie, en el mundillo literario (para quejarme de los premios, por ejemplo) o los mundos de la política, la economía y los medios de comunicación dominados por el clásico nepotismo español. Me parece que las cosas que nos hacen felices son las que conseguimos por nosotros mismos, sin que nos las regalen los amigos, los familiares o los amantes. Y me dicen que no me comprometo con nada ni con nadie y que siempre voy a mi aire, como si el "mundo de Justo" no tuviera nada que ver con el mundo de los demás. Mientras me tomo el primer café solo de este sábado de octubre pienso que a lo mejor tienen razón, y no soy más que un "tipo feliz" que intenta comprender todas las caras del prisma de la vida, quizá también porque soy un "intelectual feliz" que se lo pasa estupendamente leyendo, escribiendo, caminando, viajando y sonriendo. De todas formas lo que reconozco es que siempre tomo partido por una horchata, un batido de yogur o de coco como el que me tomé en una heladería que me gusta mucho después de hacerme esa fotografía.
Y hablando de México, el otro día estuve cantando con mis alumnos en clase una canción del mexicano Vicente Fernández:
Qué le voy a hacer si sigo siendo el rey, jeje.

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