domingo, 5 de octubre de 2025

"Cuando el arte y la vida se confunden surge la belleza".


 



Ayer fue un sábado de teatro con Virginia Woolf, la escritora británica del Grupo de Bloomsbury (con el genial John M. Keynes) que renovó la novela moderna con "Al faro", "Las olas", "La señora Dalloway" y "Orlando", y el uso del monólogo interior y de la estructura temporal y espacial de la narración. No me canso de decir a quien me quiere escuchar que la lean, por favor, que es la literatura con mayúsculas. La obra teatral "Orlando" es una adaptación de su novela del mismo título y se representa hasta hoy en el Pavón, un teatro precioso que está al lado del Rastro. Estamos ante la poética vida de un personaje que atraviesa los siglos y cambia de género, invitando a la reflexión sobre el tiempo, la identidad y la libertad. Para empezar nos vamos a la Inglaterra del siglo XVII, donde conoceremos a Orlando, un joven de la nobleza apasionado, inquieto, irreverente y enamorado de la cultura y la literatura (Virginia Woolf en estado puro). Esta pasión le llevará a embarcarse en una vida llena de situaciones surrealistas, de emocionantes aventuras y conflictos con el mundo que le ha tocado vivir (algo sobre lo que yo me pregunto tantas veces en relación a mí mismo). A través de la mirada de Orlando veremos la evolución de la sociedad europea, viviremos romances y desilusiones y sentiremos como nuestras todas sus dudas y anhelos. Le veremos como amante de la reina Isabel I, patinará al lado de su amada princesa rusa (que le romperá el corazón), irá hasta Constantinopla como diplomático, para regresar como mujer y vivir las vicisitudes de su nuevo género, con la mirada puesta en sus poemas, en la búsqueda por conseguir terminar un texto con el que se pelea a lo largo de los siglos y que le permita lograr su propia identidad creativa. Lo que le había pedido la reina de Inglaterra al principio de la historia era "no desvanecer, no marchitarse, no envejecer". La producción de la Compañía madrileña Defondo se lleva representando varios años:

https://www.youtube.com/watch?v=304vrPlvVmE

Me gusta mucho ir al teatro y cumplir con "el pacto de ficción" más antiguo de la literatura. También me gusta el pacto que se hace con la sala oscura del cine, y por eso recuerdo la película de 1992 y su música minimalista:

https://www.youtube.com/watch?v=gJlT5j9SEeY

Ahora me tomo el primer café de la mañana y pienso en esa promesa que pidió Isabel I a Orlando, "no desvanecer, no marchitarse, no envejecer". Y es como si nos lo pidiera a todos. Supongo que otra de las razones para escribir es cumplir y vivir para cumplir esa promesa.

¿Seguimos buscando la belleza con la vida y el arte?

No hay comentarios:

Publicar un comentario