Y con ella lo han hecho la pasión, la libertad, la alegría, la literatura, los deseos de debatir desde el respeto y el conocimiento. Y el jaleo, porque si no hay algo de desbordamiento intelectual no me divierto. De esto empezamos a hablar ayer, del papel del intelectual en esta sociedad. En cierto momento cambié el guion de la historia y saqué el asunto de la felicidad y la bondad, pero de todo esto hablaré otro día. Ahora quiero dar un par de besos (como hice ayer con todas mis amigas) a María Victoria, Lola, Soledad, Almudena, Aurora, Susana, Margarita, Marina, Isabel, Begoña y Mercedes. A los hombres no los beso y se tendrán que conformar con un abrazo, pero también con mi amistad, por supuesto, uno de los factores que influye en mi idea de la felicidad, y me refiero a Mariwán, Javier, Juan, Miguel Ángel, José Antonio, Vicente y Santiago. Y de paso beso y abrazo también a las personas que os asomáis a esta ventana abierta a la literatura, el arte, el cine y un intento permanente por buscar la belleza a ambos lados del espejo, los que me miráis desde fuera o lo hacéis a través de las páginas de mis novelas.
Me tomo un café y escucho jazz y soy feliz, lo que espero que seáis todos mis amigos:
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