lunes, 16 de septiembre de 2019

"El hotel a orillas del río", del director surcoreano Hong Sang-soo.

Mucha gente piensa que a los demás se les desnuda quitándoles la ropa. Aún no han comprendido que de esa forma, en realidad, no se desnuda a nadie.

La buena poesía lo ha sabido siempre.

"El hotel a orillas del río", del director surcoreano Hong Sang-soo.

Ya sé que se puede vivir (y hasta morir) sin haber visto nunca este tipo de cine, dijo él. Hoy en día todo se puede ver desde cualquier parte, incluso sin ir al cine, dijo ella. 

Solo son cinco personajes encerrados durante un día en un hotel rodeado de agua y de nieve, es decir, de pureza, un poeta maduro que presiente su muerte y llama a sus dos hijos (uno es director de cine) a los que abandonó años atrás para hablarles de los motivos de su huida, y una joven a la que también ha dejado su pareja y a la que una amiga va a hacer compañía. Las dos muchachas no se relacionan con los tres hombres y se pasan el tiempo durmiendo y despertando de la siesta. Es como si Bergman se pusiera de nuevo tras la cámara, pero con más melancolía y dulzura. Hay un cine que, como la buena poesía, te desnuda sin quitarte la ropa, un cine que te mira a los ojos, contemplativo, profundo, lleno de reflexiones sobre la confusión y la incomunicación, los desencuentros y los momentos incómodos que quizá se disimulen con gestos que parecen amables. Un cine lleno de personajes desnudos e imperfectos. 

Este es el tráiler de la película que vi ayer por la tarde en los cines Golem de Madrid:

https://www.youtube.com/watch?v=J1xPC5zqn1M



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