Según me
contaba siempre mi padre, cuando yo era pequeño me daba por cantar la
canción "Clavelitos". Como no me sabía la letra, solía decir aquello de
"clavelitos, clavelitos, clavelitos de mi corazón" y seguía "pon, pon,
pon, pon". Esta bonita mañana de invierno me apetece dedicar esta
canción a mi amigo Javier del Prado, como se hacía antiguamente en la
radio. Lleva unos cuantos días detrás de un poema sobre la rosa, como hacía
Gertrude Stein, y a pesar de que ya le regalé el famoso clavel de
Benavente, aquel dirigido a la reina que tenía que escoger entre la rosa
y el clavel, aquí le envío a la tuna de Derecho de la Universidad de
Valladolid.
Javier, no creas que no te quiero, es que no te los pude coger:
https://www.youtube.com/watch?v=Vpq8jkkqeCA
En la foto estamos presentando mis "Cuentos de los otros", con Pepo Paz, el editor de Bartleby, Javier, que fue quien leyó el texto de presentación, la poeta Zhivka Baltazhiva, el novelista Fausto Guerra y yo, precisamente en el momento en que me subía a la barra para continuar con la charla, ya que no veía a la gente que se había quedado fuera del "Café Puro Teatro", que es el lugar donde antes hacía mis tertulias, en la calle Manuela Malasaña. Esa tarde no canté.
https://www.youtube.com/watch?v=Vpq8jkkqeCA
En la foto estamos presentando mis "Cuentos de los otros", con Pepo Paz, el editor de Bartleby, Javier, que fue quien leyó el texto de presentación, la poeta Zhivka Baltazhiva, el novelista Fausto Guerra y yo, precisamente en el momento en que me subía a la barra para continuar con la charla, ya que no veía a la gente que se había quedado fuera del "Café Puro Teatro", que es el lugar donde antes hacía mis tertulias, en la calle Manuela Malasaña. Esa tarde no canté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario