domingo, 16 de febrero de 2020

"El brazo de la violinista".

Me gusta compartir la cultura con los demás. El otro día invité a la tertulia del "Café Gijón" a los hermanos Cabello, Jorge y Rocío, pianista y violinista, y ellos hicieron lo mismo ayer, al invitarme a un concierto de la Orquesta de RTVE donde Rocío actuaba con la orquesta interpretando el Concierto de Violín de Benjamin Britten y la Décima Sinfonía de Dmitri Shostakovich. Son dos obras nacidas en el siglo XX, complejas y profundas, escritas por unos músicos que se conocieron y fueron amigos. No hablaban el mismo idioma y vivían alejados, pero eran pacifistas declarados. Recuerdo bien la primera vez que escuché la Décima en el Teatro Real, cuando todavía era una sala de conciertos. Llevaba bastantes años cerrado como teatro para la ópera y alojaba los conciertos de las orquestas Nacional y de RTVE. Ya se sabe que el régimen franquista era sordo, tanto a la democracia como a la cultura y al buen gusto. Ayer por la tarde hice la foto de una violinista rusa excepcional, Alena Baeva, tras interpretar la difícil obra de Britten, con resonancias de Beethoven y Mahler, en el Teatro Monumental de la calle Atocha, uno de los teatros donde más horas habré pasado en mi vida y que se convirtió en la sede estable de la orquesta cuando se reabrió el Real (la Nacional se fue al Auditorio). La interpretación de la sinfonía de Shostakovich por parte de la orquesta de RTVE dirigida por su titular, Pablo González, fue vibrante. Para compartirla por aquí, he buscado una versión de la Joven Orquesta Simón Bolívar dirigida por Dudamel en los Proms de Londres. Mientras me tomo el primer café de esta preciosa mañana, vuelvo a pensar en lo que sintió una violinista como Rocío Cabello dentro de una orquesta y ese mundo sonoro tan complejo, humanista y sensible como el de esta sinfonía, que refleja la libertad creadora tras la muerte de Stalin. Algo similar ocurre con la obra de Britten, que el compositor inglés terminó en EE.UU tras su exilio en 1939, en una Europa prebélica y en compañía de su pareja sentimental y artística, el tenor Peter Pears. 
 
Anoche pregunté a Rocío cómo se sentía al formar parte de un mundo lleno de sonidos "humanistas" provocados por el hombre, un mundo que crea la belleza en sí misma:

https://www.youtube.com/watch?v=XKXQzs6Y5BY

No hay comentarios:

Publicar un comentario