Cerca de mi facultad hay un pequeño parque, rodeado de colegios mayores de alumnos de la Complutense y la Politécnica. Cada vez que paso caminando por allí, me quedo mirando unos instantes los árboles. En los últimos días me ha llegado con insistencia el olor de unas hermosas flores blancas y rosas que me obligan a detenerme, y aspirarlo. Mañana escribiré algo sobre la apasionante tertulia del Café Gijón que tuvimos ayer sobre Borges. El año 2006 necesité escribir una novela pidiendo también "paz" y puse esa palabra en el título.
Ahora me tomo el primer café de esta hermosa mañana de otoño y escucho una música que llenó mis oídos cuando era pequeño. Me da igual que me llamen ingenuo o extravagante, como ya me decían siendo un adolescente porque llevaba un libro en la mano o me pasaba el día hablando de Beethoven, Mozart o Chopin.
Por todos los soñadores de este mundo, por el olor y la música de la paz:
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