miércoles, 13 de octubre de 2021

"La vida en rosa un 12 de octubre".

Ayer quise celebrar cómo se recuperan los enfermos de la COVID y corrían los niños sin mascarilla por la hierba. Observar la sonrisa de los camareros en las terrazas del parque, con la gente que se sienta de nuevo para contemplar el paso de la vida, y remar a las parejas en el estanque mientras se besaban y se contaban sus cosas, tan parecidas a las que se cuentan todas las parejas de enamorados en el mundo. Y escuchar a un señor que tocaba el saxo en una esquina de la "corte de los milagros", como he llamado siempre a esa parte de El Retiro, incluso en alguna novela que empezaba en Madrid, se iba a París y regresaba a la ciudad donde nací. Fue mi novela de los treinta y tantos años, como está la de los veinte, la de los cuarenta y la de los cincuenta. Y espero seguir sumando novelas a medida que vaya sumando años, siempre que tenga cosas interesantes que decirme y decir a los demás. Sé de sobra que la vida no es siempre de color de rosa, ni para mucha gente ni, a veces, para mí, aunque me gusta pintarla de ese color. También la pintaría de verde, pero Edit Piaf se me adelantó, como lo hizo un señor que tocaba el saxo en cualquier esquina.

Es mi manera de escuchar:
 

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