Esto lo escribió antes de ayer la escritora rumana Diana Kofszynski, una mujer demasiado generosa. Ya sé que me han sacado parecido con muchos actores, pero estas son palabras mayores, porque este hombre me gusta incluso a mí. Por eso al leer esta comparación me imaginé en seguida en París, cenando a través del Sena con Audrey Hepburn, el único río que conozco sobre el que podría escribir una novela mientras me tomo un café en una de sus islas. Después me metí en dos películas de Hitchcock. Y ahora, mientras me preparo el primer café de esta bella mañana de otoño, me busco en la primera fotografía y me encuentro con una Audrey que me mira sutilmente. Nos besamos años después de que rechazara el primer beso, al ver cómo se besan a escondidas las parejas bajo los puentes del Sena. A continuación beso a Ingrid Bergman en Brasil y a Eva Marie Saint en el tren de una de las películas más gozosas de la historia, al que no me canso de subir.
Tras escuchar la canción de Henry Mancini, recuerdo que el propio Cary Grant decía que también él quería parecerse al Cary Grant de sus películas.
Sobre todo a ti.
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