Bajtín es uno de los teóricos y filósofos del lenguaje que me viene a menudo a la cabeza. Sus estudios sobre Dostoyevski y Rabelais y el carnaval marcaron algunas páginas de la tesis doctoral que escribí sobre Murakami, y por tanto mis reflexiones literarias en esa época. Entre todos los géneros Bajtín (Oriol, 1895-Moscú, 1975) se refiere a la supremacía de la novela, al considerar que representa un mayor grado de complejidad en la construcción de la obra. Dostoievski es, en su opinión, el creador de la novela más avanzada, la polifónica, y utiliza un término musical para denotar la construcción de la novela según voces diversas, frente a la homofonía de la novela tradicional, que únicamente incluía una voz, la del propio autor. En las obras de Dostoievski aparece un héroe, cuya voz está constituida al igual que se construye la voz del autor en la novela de carácter ordinario. La palabra del héroe sobre sí mismo, y sobre el mundo, es plenamente autónoma como la palabra ordinaria del autor. Esta novela "a varias voces" contiene entonces una pluralidad de mundos, cada uno de los cuales se corresponde con cada voz que se deja oir en el texto. La misión del novelista consistirá en contraponer las "voces" de los personajes entre sí, enfrentarlas dialécticamente, incluso consigo mismas, para ofrecer no el devenir biográfico de un solo individuo, con la restricción del interés, sino la difícil coexistencia de distintas voluntades. La categoría poética que resume esta concepción viene calificada por la palabra "dialógica", expresión de la nueva cultura, opuesta al individualismo decadente de la antigua.
Mientras veo cómo amanece y las olas van y vienen tan contentas, pienso que la idea de Bajtín parte incluso de la antropología de la finitud humana, de la objetividad empírica delimitada. El cuerpo no es autosuficiente, sino que necesita del otro, de su reconocimiento y de su actividad formadora.
Después de todo siempre he sido un tonto para quererte:
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