jueves, 11 de agosto de 2022

"Un paciente inglés de Chamberí".

Aprovecho para dar las gracias a todas las personas que se pasaron ayer por este muro para comentar el post sobre "El cielo protector", y me detengo en una frase graciosa que me dedica Ena Bolena: "El paciente inglés siendo de Chamberí". Ena es una amiga de León a la que conocí el año 2015 cuando me acerqué a la Librería Alejandría de esa ciudad para presentar "La fragua cero", de Gabriela Amorós Seller, y que ella hiciera lo propio con mis "Cuentos de los viernos", una presentación cruzada organizada por el Ateneo Cultural Jesús Pereda. Ena parecía salida de una película francesa, a lo Françoise Hardy. Esta película de Anthony Minghella, interpretada por Ralph Fiennes, Kristin Scott Thomas y Juliette Binoche, sirvió de Prólogo a mis "Cuentos de los otros", y para que Marta Muñiz Rueda, a la que también conocí esa tarde de finales septiembre (está con Ena en el centro de la primera foto, con otros amigos de León, mientras que en la segunda se nos ve a Gabriela y a mí) me dedicara un bellísimo poema que vuelvo a leer mientras me tomo un té:
 
EL PACIENTE INGLÉS.
A Justo Sotelo. 
 
"Déjame que te hable de los vientos.
Gobiernan la apariencia de las cosas.
Existen muchos tipos,
Manipulan a dioses y demonios.
Hay vientos que enloquecen la cordura,
Los hay que levantan cortinas carmesí, sangre de polvo,
Arenas que derriban las fronteras
Que impusieron fantasmas invisibles.
Donde hubo un día agua
Hoy serpentean dunas
Pero nuestros ancestros dibujaron
(como tú lo haces hoy en tu libreta)
La libertad cristalina de un grupo de bañistas.
Te amé con la furia del simún
En medio de un desierto ciego y sordo.
Te seguí amando en las ciudades nuevas
Y te amaría en cada hotel o yacimiento que inmune y cómplice nos cobijase.
Caminé bajo el sol a la intemperie
Caminé como un mar enajenado,
Maté por ti a hombres inocentes,
Le vendí mi alma al enemigo
Y no pude salvarte de la muerte.
Te llevé fría y frágil en mis brazos,
Sin aliento ni llama que pudiera amortajar la ira y el deseo.
Ese amor que te sesgó la vida como un rayo que asiente y amenaza
Desdibujó el camino de los mapas
Y subsistió en un libro de Herodoto.
Sin ti ya no hay mañanas.
Sin ti la arena, el sol,
Son espejismos.
Pero prometo viajar siempre contigo.
Seamos polvo, cenizas, huesos rotos,
Corazones de vuelo interminable
Hasta llegar al Palacio de los Vientos.
Si existe algo capaz de vencer a la muerte
Es todo aquello que tu cuerpo y el mío
Crearon para decirle al mundo
Que dos amantes solos
Pueden justificar el universo".
(c) Marta Muñiz Rueda.
 
Y ahora escucho la música y veo las imágenes de una de las últimas películas románticas de la historia del cine:
 

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