jueves, 11 de agosto de 2022

"Candelaria Villavicencio, la poeta que se vestía con silencios".



 
"Candelaria Villavicencio es maestra y a la vez alumna, y tengo la sensación de que siempre lo será. Es una persona con tantas ansias de conocimiento que es capaz de pasarse las horas muertas leyendo poesía checa o norteamericana en una biblioteca, intentando entender a los grandes autores, captando su esencia, aprendiendo de ellos. Es una gran curiosa y por eso es una persona humilde, consciente de que la historia de la literatura está llena de belleza y de profundidad, y ella la quiere conocer. Por eso ha tardado tanto tiempo en decidirse a publicar un libro. Llevo muchos años insistiendo en que lo haga, ya que considero que sus poemas están a la altura de los mejores que se pueden leer dentro de la literatura española del siglo XX y de este siglo XXI. Domina la sustancia interior del poema, como diría mi maestro García Berrio siguiendo la idea de los clásicos Welleck y Warren. En ocasiones se deja llevar por la inspiración y escribe compulsivamente, y al cabo de unas horas o unos días de frenética duermevela creadora es posible que haya dado a la luz una serie de poemas complejos, con una semántica profunda, todavía sin pulir, como si fueran diamantes en bruto. En estos años ella me ha leído poemas de ese estilo, y es entonces cuando yo le decía que lo mismo le había ocurrido a Miguel Ángel Buonarroti con sus míticas esculturas, lo que le obligaba a invertir mucho más tiempo para terminar de verdad sus obras.

Un día Candelaria (Lali para los amigos) me dijo lo siguiente: "Hoy estoy bajo la arena negra del Atlántico, en un huequito, esperando a que el sol llegue hasta mí y me vuelva de fuego o de mar. ¿ Qué significa la escritura para mí? La escritura es la herramienta que necesito para construir mi laberinto. Allí donde nadie puede encontrarme, aunque me vea y me toque. ¿Por qué el verso? Porque es fugaz, y me gusta todo lo que es fugaz. Me permite ser libre, incluso hacer añicos la sintaxis, y hasta diría que entonces las palabras se convierten en miles de confetis que flotan en el aire y que yo tomo prestados para vestirme y no sentirme desnuda. La escritura me ha permitido conocer los entresijos del ser humano, por eso con cada palabra que me adorno me permito alzar la mirada a ese azul en movimiento, esa luz que no quiebra, que me sostiene cuando mis palabras me dejan en silencio, casi desnuda”.

Solemos vernos una vez al año para tomar un café, en Madrid o en Tenerife, y casi siempre hablo yo todo el rato. Ella calla y escucha. Un día le pregunté por qué actuaba de esa forma y me dijo que prefería escucharme a mí. Ese día comprendí que no le hace falta decir nada. Lali es de esas personas de las que siempre se puede aprender, quizá porque es de las pocas poetas que, en realidad, no es poeta, sino la poesía en sí misma. Aun así me convencen su riqueza léxica y semántica, sus hermosas metáforas, su claridad expositiva, la honestidad de su propuesta poética. Lo suyo no son los retóricos juegos de palabras.

Y logra que yo también me convierta en poesía.

Otro día quise mirarla a los ojos y buscar ese lugar inefable del que brota a espasmos la poesía. En realidad todos somos obras de arte, dijo ella entonces, y lo esencial es conectarse con la obra de arte universal. Uno de los primeros escritores que se refirieron al carácter universal de la literatura fue Goethe, el autor de "Werther", "Fausto", "Wilhelm Meister", "Las afinidades electivas" y "Viaje a Italia", es decir, la mayor literatura de su tiempo y de las más influyentes en la literatura y el arte posteriores. Para Lali, como para Goethe, la poesía no es de ella, sino del Universo. Por eso me dijo que el proceso amoroso con la escritura, con la palabra en sí misma, va mucho más allá del acto físico de escribir e incluso del acto físico de pensar. Cuando alguien conecta su "yo interior" con la conciencia colectiva es cuando se produce el flechazo, ese amor que es para toda la vida. ¿En qué lugar queda la poesía? ¿Cuál es su finalidad? Es ponerse en conexión con el mundo con un lenguaje universal, porque el silencio es fundamental, como ocurre con la música. Sin silencios no hay poesía. Cuando ella dice silencio, no se refiere solo al de las palabras, sino también al silencio de Todo. Cree que cuando se consigue ese silencio es cuando surgen los versos auténticos, que estén más allá de las palabras. Siempre estamos creando, a pesar de que no escribamos una sola palabra. Creamos por necesidad de ser creíbles o por puro egoísmo. A veces hay muchos ruidos por dentro y es imposible crear, entonces ella se aleja de sí, se vuelve cualquier cosa y huye de “adentro”. Se va al mar y se concede la licencia de ser torpe. Luego todo vuelve.

Y así este primer libro".

 


 

1 comentario:

  1. Precioso artículo. Y sí, sin silencios (todos) no hay poesía. Un abrazo.

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