Estos días varios de mis amigos me decís, con cariño, que disfrute de las vacaciones, y cuando lo leo me "sale" una sonrisa. Nunca he tenido clara la diferencia existente entre las clases y las vacaciones de un profesor universitario. Algunos de los artículos que he escrito y que me sirvieron para obtener la cátedra, por ejemplo, los redacté lejos de Madrid, en ese supuesto periodo de vacaciones, en Girona, uno de mis paraísos particulares, en Tenerife, otro de mis paraísos, en Barcelona, París, Londres, Dublín, Edimburgo o Delhi, por decir algo, pero los pensé mucho tiempo y en cualquier parte y época del año. Ya no voy a referirme a mis novelas y cuentos, porque tendría que decir lo mismo. Desde que con diez u once años sabía que iba a ser escritor, soy consciente de que un escritor nunca se jubila. No tiene demasiado sentido esperar a las vacaciones o a jubilarse para hacer aquello que siempre habíamos querido hacer, pero nunca nos atrevimos. Añorando lo que no hemos hecho, es como se nos pasa la vida.
Dentro de España, Madrid es mi ciudad ideal, pero me gusta todo el mundo, el mar y la montaña, la luz natural y la artificial, la India e Inglaterra, Nueva York y París. Además mis vacaciones duran todo el año.
Eso de estar de vacaciones, eso que tú me das:
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