Candelaria Villavicencio y yo solemos vernos al menos una vez al año para tomar algo y charlar de literatura. El otro día lo hicimos en un hotel de la Quinta de Santa Úrsula, en el norte de Tenerife. Nos conocimos en 2014 y desde el primer instante supe que era poeta, que llevaba la poesía en la sangre, y no porque hubiera publicado un libro, sino por lo que me transmitía, casi como cuando el aire te da de cara en el coche y sientes que es de verdad, que estás vivo. Y no me suelo equivocar demasiado. Algunos amigos le animamos a publicar su primer libro, pero siempre se resistía. Hace un año por fin quedamos en Buenavista del Norte para que me firmara "Mater nostra y otros crímenes imperfectos" (2022) para el que escribí el prólogo. Con un juego de ajedrez delante y dos tónicas, el otro día me habló de su segundo libro, del que ya tiene seleccionados 80 poemas que tratan sobre "la calle", como la idea global, al igual que el anterior libro lo hacía sobre la mujer (su madre, ella y su hija, una encantadora Violeta que nos visitó hace un tiempo en la tertulia del Café Gijón). En la conversación nos detuvimos en la importante idea de construcción, de estructura del libro, en cuya búsqueda, si es necesario, se rechaza el 90% de los versos para quedarnos tan solo con lo verdaderamente esencial, como solía decir Ida Vitale, Premio Cervantes de 2018, y me recordó Lali.
Como soy un tipo afortunado, Lali me ha dedicado varios poemas desde que nos conocemos, como este:
(A Justo Sotelo por su inmensa ternura y amor).
"Llegamos a ser ladrones de todos los nombres
pero no supimos merecernos la vida.
Ahora ya no tenemos más pájaros que nos regalen la libertad.
Gasté el verano caminando el invierno por tu cuarto.
Desteñí la nieve de la calle abierta de par en par.
Me camuflé en el humo negro
y fui una mujer buscando un pájaro para volar.
En mi cuarto tengo un bosque,
donde suelo dormir sobre un árbol.
Aquí, en mi cuarto nadie entra ni sale sin amarme.
Las paredes contienen la belleza que no cabe en el suelo.
Resguardo las palabras de tus ojos
en un trozo de papel de aquellos que me pintaste.
¿Lo recuerdas?"
“Había vivido en coloridos ríos,
deslustradas corrientes sin agua,
bajo el oro de la tarde
sobre esas arcadas que flotan siempre,
cisnes con cuello de lino y plata.
No hay ningún pez con pico
por esas aguas de río.
Están las riberas vendadas con flores.
En esas aulagas de papel
vierto mi amor entero,
amor azul y malva.
Por esas aguas sin pájaros de verdad
doy regocijo al río con mis manos de sombras”.
“Todos juntos para abrirnos las lágrimas
y expulsarlas no importa donde,
aquí ya nadie llora
antes de reír hasta caer sin algo en los ojos.
Guardamos esas huellas en un cielo sin lluvias,
otras veces las ungimos de lodo
en pequeñas bolitas que cristalizan.
Entonces lloramos lento todos juntos
para llamar a la tristeza melancolía”.
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Lali ha sido toda su vida una bohemia empedernida, y ha vivido (y continúa haciéndolo) fuera del mundillo literario. Mientras volvía en coche busqué esta canción de cuando éramos jóvenes. Creo que le va bien:
https://www.youtube.com/watch?v=GZ78esbolAk
Y el aire me daba de cara, como la poesía, que siempre existirá aunque se me queme la belleza.
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