Estoy hablando de la obra de teatro surrealista de Apollinaire, en la que se inspiró en el mito del adivino tebano Tiresias para invertirlo y realizar una actualización de unos tintes provocadores, feministas y antimilitaristas. Cuenta la historia de Teresa, que cambia de sexo para obtener el poder entre los hombres. Su objetivo es alterar las costumbres, rechazar el pasado y establecer la necesaria igualdad de sexos.
Mis alumnos y amigos siempre dicen de mí que no me interesan las modas, que no critico a nadie ni digo cómo deben vivir y pensar los demás (ayer sin ir más lejos entre los varios comentarios de esta red social). Y siempre les respondo lo mismo, que no tengo nada contra el mundo y que soy un tipo feliz. La verdad es que el mundo no me ha hecho nada y cuando tengo que posicionarme ante las cosas que no me gustan, escribo libros y lo digo, como hice con mi novela "La paz de febrero" (2006) contra la invasión ilegal de Irak o "Entrevías mon amour" (2009), contra todas las guerras. Creo que los escritores debemos escribir libros. No somos ni periodistas ni políticos.
Por esta puerta se llegaba al mar, pero no la atravesé. Ayer el mar rugía y se respiraba la sal en el aire. Me quedé dentro, enfrente del espejo, junto al faro de juguete y esas cuatro letras que siempre me han conducido a cualquier "lugar" del mundo al que he querido ir, al igual que por aquellos pozos y pasadizos de Murakami y mandalas de Cortázar. El amor siempre ha sido mi propio mandala, algo que me permite atravesar el espejo todas las veces que quiera.
Escuchar esta música también me ayuda. Siempre me he colado en las fiestas, sobre todo en las del amor:
https://www.youtube.com/watch?v=FvVoBFxtHC8
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