domingo, 27 de agosto de 2023

"Ser un artista libre de sí mismo".

El otro día varios amigos me preguntaron por esta expresión con la que terminé de contar un reciente paseo por Marruecos y el Sáhara. Es una "idea" que no existe en la literatura anterior a Shakespeare. Aquiles, Eneas o Dante el peregrino no cambian de comportamiento y personalidad cuando escuchan lo que ellos mismos han dicho. En el sentido opuesto Hamlet, Falstaff, Lear y otros personajes creados por Shakespeare pueden salir de las obras de las que forman parte y ser autónomos y libres fuera del propio espacio de la literatura. Es lo que yo intenté llevar a cabo con la "creación" de César Figueroa y Melia Acedarach, los protagonistas de mi novela "Vivir es ver pasar" (1997). Judith y Teo, los de "Entrevías mon amour" (2009) o Gabriel Relman, el de "Poeta en Madrid" (2021). Otra cosa es que lo haya conseguido. Esa autonomía se encuentra en la base de lo que es la literatura que siempre me ha interesado desde que empecé a leer y a entender el mundo que me había precedido hasta nacer un 29 de febrero, el día más "extraño" del año, lo que me recuerda que no he dado las gracias a los comentarios del post que escribí ayer sobre los "extraños" en la literatura. Y ahora los leo y subrayo estos dos. "Te he dicho muchas cosas muchas veces -asegura la profesora de historia Pilar Benito, amiga y tertuliana desde hace muchos años-, entre otras tu grado de inteligencia, memoria, trabajo, imaginación, creatividad, curiosidad, ... mente poliédrica. Todo ello fruto de tu grado de inteligencia. Mucha gente habla de ti como que enamoras, esto y lo otro, y yo nunca lo entendía. Analizando el enamoramiento, casi siempre tiene un algo de adicción, de ilusión, de espera y de complacencia... y esto es lo que te quiero decir hoy. La capacidad que tienes de despertar en mí una curiosidad permanente día a día y una ilusión que llenas habitualmente cada mañana al comenzar el día. La lectura de un libro permanente es una joya que tiene mucho valor. Lógicamente no tiene precio. Solo se puede pagar con amor". La expresión de leer un "libro permanente" me ha gustado. Y voy a pensar un rato en ella mientras termino de escribir este post y me tomo el primer café de la mañana. Marga G. Eguidazu, a la que aún no conozco personalmente, pero que sé que vive en Zaragoza, es pintora y ha sido profesora, dice lo siguiente: "Pienso, como Efi, que te disfrazas como un arlequín siempre feliz un poco guasón que se ríe de sí mismo. Eres más profundo de lo que nos muestras algunas veces y menos vanidoso de lo que pareces. Alguien que ama la música de Bach no puede ser superficial". Y me detengo en lo que dice de "reírme de mí mismo". ¿Hay algo más sano que tomarse a broma a uno mismo? Qué cansado tiene que ser eso de ir siempre serio y profundo por la vida. Ahora vuelvo al principio. Por supuesto que no es un problema de anteponer la literatura del "yo" o de la "autoficción" a la literatura de creación, sino de que en cada uno de los casos los personajes sean "artistas libres de sí mismos", como la música de Beethoven y Mahler, como sucede cuando hablamos de la Novena sinfonía de cada uno de ellos, ejemplos que siempre me vienen a la cabeza al pensar en esa autonomía, escritos sobre lo que sabían de la música anterior a ellos, pero abriendo caminos al arte.

Se me ocurren dos películas con sendas escenas que recogen esta idea, las dos elipsis más famosas de la historia del cine. 
 
Una es esta:
 
 
Ser un artista de sí mismo es integrarse en la inmensidad.
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario