No
siempre se tiene ocasión de conocer a un genio a lo largo de la vida.
Además de no aceptar "nunca" cargos académicos, políticos y similares
(no se me ocurre a un genio como presidente de gobierno, de un Banco o
una multinacional) que pudieran desviarles de lo que de verdad les debe
interesar, que no es otra cosa que crear mundos desde el arte, los
genios son seductores, apasionados, con humor cambiante, imprevisibles,
arrebatadores, divertidos, unos sujetos "diferentes" que van arrollando
por donde pisan.
Santiago Martínez Sáenz es arquitecto y pintor, y
toda su vida ha sido profesor de dibujo en la Escuela de Arquitectura
de Madrid. En más de una ocasión he contado que lo conocí hace muchos
años (más de un cuarto de siglo) en la comida de los premios de pintura y
literatura de la Universidad San Pablo. Nos caímos bien en el acto, le
invité a la tertulia que en esa época hacía en esa universidad con
alumnos, y al poco tiempo le pedí que se ocupara de ella cuando yo no
pudiera estar. Hace unos meses se rompió un pie y no ha podido venir
cada martes a Casa Manolo, cerca de los arcos de Moncloa. El otro día me
llamó y me preguntó, Justo, ¿cuándo vuelve la tertulia? Está mucho
mejor y sabe que me gusta tomarme un café con él de vez en cuando.
Santiago
es de los pocos artistas "geniales" que he conocido en mi vida, y no
solo por sus múltiples exposiciones en España y fuera de ella o los
edificios proyectados (el último que me enseñó fue uno en el Ensanche de
Vallecas) sino por lo que me transmite su cabeza, su mente, su
pensamiento.
En el momento de compartir esta foto nos estamos
tomando un café en el Comercial y hablamos sobre la próxima temporada de
la tertulia, que para él sigue siendo un bálsamo en un mundo que no
acaba de gustarle o, mejor, que le aburre soberanamente, pero me suena
el móvil.
Es Bach:
https://www.youtube.com/watch?v=ho9rZjlsyYY
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