A un libro le hacen "bueno" los buenos lectores, y también sé que un libro es una metáfora, una forma de movernos, de trasladarnos, por ejemplo a Kenia. La luna de esta noche ha sido hermosa, muy hermosa y generosa. Me tomo el primer café de la mañana y leo estas palabras sobre mi último libro, "El hombre que se parecía a Al Pacino":
"Alguna vez le he dicho a Justo Sotelo que era un hombre del Renacimiento y este libro lo demuestra. Clasifica los relatos en las estaciones del año empezando por el verano y yendo hacia atrás, verano, primavera, invierno y otoño. Los subtitula "Cuentos del primer café". Más que un café es un apetitoso brunch en el que las golosinas son variadas e inagotables.
Hombre de gran cultura (ignoro si Al Pacino la tiene), nos lleva a pasear por París, Berlín, Madrid y Venecia siempre con música. Así nos recuerda que la vida es bella si escuchamos a Vivaldi, Mahler, Rota o John Barry. También recorre las películas de su vida, una de ellas, "Memorias de África", que en algo recuerdan a las mías.
Hombre vitalista, nos transmite su amor por la literatura, los amigos, las tertulias.
Este libro es tan profundo y completo que no puedo resumirlo en un post. Hay que leerlo, dejarse llevar y finalmente disfrutar.
Enhorabuena Justo, un gran trabajo. Nos has invitado a muchos cafés ilustrados".
Doy las gracias a la autora de estas hermosas palabras, la médica y escritora italiana Matilde Tricarico, le tomo la mano, se la beso y le pregunto si se quiere subir conmigo en una avioneta para votar por África con la música de John Barry.
Espero que acepte:
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