Ten cuidado, Justo Sotelo, sabes que las mujeres nos enamoramos a través de la admiración. Imagínate la legión de señoras detrás de ti, escribió ayer por la tarde la modelo y pintora Ana Ráez en el post de Instagram que dediqué al centenario del nacimiento de Nadine Gordimer, la escritora sudafricana que recibió el Nobel y tanto luchó contra el apartheid y a favor de los derechos de los negros, es decir, de los derechos humanos.
Me apetece mencionar hoy a Ana porque ha vuelto por este medio después de su ausencia de varios años; en su día estuve en algunas de sus exposiciones. Al hilo de sus palabras pienso que la mujer se "fija" en la voz y el olor del hombre, y es importante la admiración que siente hacia él (en el caso de los homosexuales es parecido), mientras que el hombre es más superficial, y suele prestar atención al físico y al hecho de que ella sea más joven, o mucho más joven, para ocultar de esa forma sus "canas", su envejecimiento y su papel de eterno macho alfa.
En fin, yo hablando de estas cosas como si fuera un experto y eso que nunca me he dedicado a ligar. Lo que me gusta es escuchar música.
Y hoy a Vivaldi y su otoño, claro:
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