Ayer por la tarde comencé la tertulia leyendo este breve texto que escribí hace un tiempo. Ya sabemos que Dickens atravesaba apuros económicos cuando concibió su obra más famosa, un homenaje a las tradiciones de su infancia que coincidió con el redescubrimiento victoriano de la Navidad.
"Ayer paseaba por la calle Fuencarral de Madrid y vi este cartel que anuncia una nueva adaptación al teatro del cuento de Dickens. En ese momento recordé la primera vez que me llevaron a verlo mis padres, creo que en un teatro de Felanitx, en Mallorca, donde viví un año cuando era pequeño.
Scrooge es un hombre avaro y solitario. Una Navidad recibe la visita del fantasma de su socio muerto años atrás y le dice que su maldad se ha convertido en una pesada cadena que debe arrastrar por toda la eternidad. La última oportunidad de cambiar será cuando reciba la visita de los tres espíritus de la Navidad. Él no se asusta y desafía esa predicción, pero aparecen esa noche. El del Pasado le recuerda su infancia dichosa antes de la adicción por el dinero y el trabajo. El del Presente muestra la situación de la familia de su empleado Bob, que, a pesar de su pobreza y la enfermedad de su hijo Tim, celebra la Navidad, como su sobrino Fred, que lo hace de una forma irónica, pero alegre, ya que nadie quiere estar con el avaro. Justo antes de desaparecer muestra a dos niños con origen trágicamente humano, la "Ignorancia" y la "Necesidad". El espíritu del Futuro le muestra el destino de los avaros, su casa saqueada por los pobres, el recuerdo oscuro de sus amigos de la Bolsa, la muerte del pequeño Tim. Y lo más espantoso, su propia tumba, ante la cual Scrooge se horroriza de tal forma que suplica una nueva oportunidad para cambiar. Es el momento en el que despierta de su pesadilla, y se convierte en un hombre generoso y amable, dispuesto ya a celebrar la Navidad y a ayudar a quienes le rodean.
En aquella puerta roñosa de un local que se alquila desde hace un tiempo volví a encontrarme con el recuerdo de esos fantasmas y el año que viví en Mallorca cuando era pequeño".
Había pedido a mis amigos que reinventaran el cuento de Dickens, que lo trajeran a la actualidad. Y es lo que hicimos a lo largo de dos horas, hasta las 20.30, cuando les dije que ya era la hora de cenar porque tenía mucha hambre. Fueron dos horas de intenso debate, de discusión, literatura y risas, por supuesto. Si no nos reímos no hay Navidad que valga. Mariwan empezó a hablar y al final Susana nos leyó uno de sus textos, y luego siguieron Concepción, Mariola. Javier, que escribió un villancico para la ocasión, Presina, que nos leyó un precioso cuento de Navidad que acaba de escribir, José, que nos habló del género humano a partir de su experiencia como médico, sobre todo durante la pandemia. Peter improvisó sobre la marcha cómo sería hoy el cuento de Dickens, y continuaron Jose Felix, Nicolás, Chema, Françoise, Francisca y mi ex alumna Leyre, que abrió un debate interesante sobre cómo leen los jóvenes, ¿o lo abrí yo? Igualmente estuvieron Pilar, Oskar, María Victoria y nos faltaron Almudena, María, Silvia y otros amigos, que saben dónde tienen su casa porque la casa de la literatura y esta tertulia es de todos.
¿He dicho que me gustan mis amigos y que me gusta la Navidad?
Y hoy la música que voy a estar escuchando todo el día solo puede ser esta:
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