miércoles, 13 de diciembre de 2023

"Un seductor llamado Javier del Prado Biezma".

Ayer "hicimos el amor" en la tertulia del Café de Casa Manolo. La culpa la tuvo nuestro catedrático de literatura, Javier del Prado, que nos habló de su vida y de su obra. Como es imposible abarcarla en una tertulia, le pedí que continúe después de Reyes. Y me refiero al cortejo de las palabras, a lo que antiguamente se llamaba "hacer el amor" y que da igual el tiempo que pase. Las palabras "seducen" lo mismo a alguien de 83 años, como es el caso de Javier, o de Leyre, una de mis ex alumnas de un máster, que nos acompañó ayer por la tarde en la calle Princesa, y que está a su derecha. Nada más salir de trabajar durante todo el día (es ingeniera industrial) se vino con nosotros porque le apasiona escribir. Y la seducción siguió, en ese orden, con Ángela, Mariwán, las dos Cármenes, Antonio, Begoña, un servidor, Antonio Benicio, Óskar, Pilar, Mercedes, M Carmen, Cristina, Almudena y Concepción. Javier nos habló de su infancia en Toledo y en Alcobendas como niño de la guerra, de su viaje y de su vida juvenil durante dos años en Madagascar como misionero y profesor, de la seducción a su mujer en la cola de la matrícula de la Facultad de Filosofía y Letras (Isabel es catedrática de Historia del Arte) escribiéndole un soneto cada día (nos leyó tres de ellos) hasta que ella dijo "sí". Javier aprendió mejor el francés que el español y luego tuvo que volver a aprenderlo. Y la culpa la tuvo el amor. Nos reímos un montón, hice bastante el tonto, cosa habitual en mí, y al final canté a dúo con Begoña un villancico que me envió por Wasap el escritor de Zaragoza y tertuliano cuando puede Miguel Ángel Yusta (lo he puesto al final).
 
La vida es un himno al amor o no es:
 

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