jueves, 7 de diciembre de 2023

"Un precioso regalo de Navidad".

Me lo envió ayer por la noche Angels Santa Bañeres, la catedrática de literatura de la Universidad de Lleida, la mecenas de "Un hombre que se parecía a Al Pacino". Este collage con algunos cuentos del libro lo ha hecho una buena amiga suya, Encarnación Medina, otra catedrática de literatura, en este caso de la Universidad de Jaén, que lo ha publicado en Instagram en su página "lespoetiques". He visto que ha seleccionado algunos cuentos: "Moon river", "Escribo porque vivo en armonía con el mundo", "Invitación al viaje" y "Todo el mundo hace el idiota por alguien alguna vez".
 
Creo que su selección es interesante, define el libro y también a mí. Mientras me tomo un café en esta mañana en la que dicen que va a llover sobre Madrid, leo el último de esos cuentos. Es estupendo que alguien piense en ti en algún momento del día, aunque estén en Jaén y Lleida:
 
"Todo el mundo hace el idiota por alguien alguna vez".
 
"Cuando leo una novela o veo una película que me interesan trato de ponerme en el lugar de su creador, de meterme en su mente. Como he repetido otras veces, las historias que se cuentan a estas alturas son las mismas de siempre, algo que ya sabemos incluso desde el primer poema épico que se conserva de la humanidad, "La epopeya del Gilgamesh". Y estamos hablando de hace más de cuarenta siglos. Por eso lo que me llama la atención de cualquier obra creativa es cómo se cuenta, es decir, de qué manera vuelve a contarse lo mismo una y otra vez.
 
En caso contrario, me aburro soberanamente.
 
En cierto momento, conoces a Gilda / Rita Hayworth, la mujer más hermosa y deseada de su época y, como es lógico, la conviertes en tu fuente de inspiración. ¿A qué escritor o director de cine no le ha sucedido esto alguna vez, incluso a los feos como yo? Orson Welles es uno de los grandes artistas del siglo xx, un tipo que se dedicó a hacer películas, pero que podía haber hecho cualquier cosa que le hubiera apetecido. Es lo que tienen los genios, digo yo. Hayworth lo sabía de sobra, incluso después de ser Gilda, y se enamoró de él con locura, y eso que Welles tampoco era especialmente guapo. Lo curioso es que ella también sabía que la vida no sería fácil a su lado, nunca lo es cuando quieres penetrar en la mente y en la vida de un verdadero artista, que es la antítesis de la mediocridad. Welles tiñó de rubia su cabellera pelirroja y sucedió algo tan cinematográfico como literario.
Después de todo, como dice el personaje que interpreta Orson Welles en "La dama de Shangai", "todo el mundo hace el idiota por alguien alguna vez".
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Y por supuesto esta es la escena que llevo en mi cabeza desde que la vi de pequeño en TV o que lleva el autor de mi libro:
 

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