sábado, 16 de diciembre de 2023

"Un otoño jipi".

Ayer ya era de noche cuando terminé de examinar a un grupo de alumnos y me fui a pasear en coche por las calles de colores de Madrid. Otros cuarenta y tantos alumnos que pasan a formar parte de los recuerdos de mi vida, y por tanto de mi propia vida, pues los recuerdos son los instantes que me hacen, como las ciudades que he recorrido, los ríos que he atravesado, los mares donde me he bañado y las personas que he amado.
 
Eso de ser feliz es una actitud, una manera como otra cualquiera de enfrentarse a la realidad. Me lo recuerda la voz de Mercury (el otro día se cumplieron 32 años de su muerte) y una canción ideal para viajar a la velocidad de la luz mientras se desafía la ley de gravedad, como si mi mirada bohemia ante el sentido de la vida coqueteara con la eternidad y el otoño jipi, ya casi de invierno, se hiciera visible en el cerebro de cada ser humano. En cierto momento detuve el coche y me quedé dormido en doble fila mientras sonaba la canción más alegre del siglo XX:
 
Y así soñé con la ley de la gravedad o de la felicidad mientras mis alumnos me preguntaban si les iba a volver a dar clase, como los ríos, el mar y el amor.
 

 
 
 

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