Podría ser el título de una de las novelas ejemplares de Cervantes, como "El amante liberal", "El licenciado Vidriera", "La ilustre fregona" o "El celoso extremeño", incluso de María de Zayas, de las que tuve que examinarme cuando estudié Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Complutense, pero es otra cosa.
¿He dicho alguna vez que siempre me ha gustado estudiar con el fin de entender el mundo en el que vivo y del que vengo?
Ayer una amiga de esta red social, Carmen López Delgado, me llamó coqueto con mucha gracia, y también me la hizo a mí. Comenté que me iba a un examen y que antes me tenía que depilar, pintar y esas cosas. No dije que a veces me acerco a una sauna muy bonita de la calle José Abascal donde me pasan de una fuente a otra sin parar y de una piscina a otra, y me hago las uñas de vez en cuando, aunque últimamente ya no me pinto los ojos. ¿Eso es ser coqueto, jeje? A su vez Berta Guerra Burgos me dijo que procurara no hacerme daño al depilarme y Presina Pereiro que pusiera rubor en mis mejillas, pues queda muy bien.
Esta foto me la hice el martes pasado camino de mi última tertulia. A mi izquierda se ve El Corte Inglés de Argüelles, a la derecha el Zara donde me compro la ropa y al fondo el Hotel Indigo, que toda la vida se ha llamado Hotel Tirol, donde todavía sigue el ciervo fluorescente del tejado y alguna mañana me voy a desayunar. En realidad lo que soy es un sibarita en todas las acepciones de la palabra, incluyendo la que se refiere a la ciudad de Síbaris, la antigua ciudad griega del sur de Italia, que viene del latín Sybarīta y este del griego Συβαρίτης Sybarítēs, de Σύβαρις Sýbaris 'Síbaris'. Y, hablando de "mitología", mañana me iré al Auditorio de Príncipe de Vergara para escuchar a la Orquesta Nacional de España interpretar "El sueño de Eros", poema sinfónico del alicantino Óscar Esplá basado en el poema en prosa de otro alicantino, el escritor Gabriel Miró, el mayor representante de la "novela lírica" española ("La lluvia amarilla" de Llamazares le debe mucho). Luego escucharé una obra del suizo Frank Martin, coetáneo de Miró, su "Concierto para 7 instrumentos y orquesta", para acabar con una de mis obras favoritas, la Octava sinfonía de Dvorak, como nos explica Carmen Noheda, investigadora posdoctoral del Instituto Complutense de Ciencias Musicales:
En realidad siempre lo acabo todo con una copa de Moet Chändon, como Dios manda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario