"Entrevías mon amour, qué alegría haberla recibido por fin. La miro, leo la cubierta, todo lo que la envuelve, la contraportada, ese cruce en una vía de tren...De Justo Sotelo. Bartleby. Realmente te admiro, insistes en decir que no eres poeta. Esta obra hay que tenerla. Sí, abrazarla".
Son palabras de la sevillana Mari Carmen Torres Avilés con mi novela en su poder y esas tres fotos del libro que ha compartido en su muro de Facebook.
La primera es de ayer por la mañana y tiene una historia curiosa. Iba caminando tan tranquilo por la calle, dando vueltas a esa novela que llevo pensando tantos años y que supongo que algún día escribiré, cuando una mujer de unos cuarenta años, con gafas de sol, melena larga y uno setenta de estatura se me quedó mirando, se me acercó con cierta timidez y me preguntó si yo era un actor que había visto recientemente en una obra de teatro o quizá en una película, no lo recordaba bien. Sonreí y la invité a un café. Está bien ser escritor y escribir novelas como "Entrevías", que me llevó veinte años, pero me gusta más ser el personaje de la novela o la película. Por eso a veces me he subido a un avión para recorrer miles de kilómetros y dar un beso a la chica de la película o he arrancado el coche para recorrer media España y hacer lo mismo.
Como a Woody Allen, a mí también me gusta vivir la escena final de "Casablanca" porque siempre tendremos París:
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