No puedo contar lo que ocurre cada martes en mis tertulias porque es casi imposible describir la magia. Por eso siempre procuro hablar de la atmósfera, lo que queda en mi percepción de la realidad o la irrealidad después de hora y media de discusión intelectual sobre la literatura y el arte, y ahora escribo mientras amanece y me tomo un café.
Las Gymnopédies y las Gnossiennes nos llevan hasta París, entre los siglos XIX y XX, pero ayer por la tarde, a eso de las 18.30, tuve la sensación de que se escuchaban en el barrio de Argüelles, en pleno centro de Madrid. Erik Satie perteneció a la vanguardia de su época. Cada una de las tres Gymnopédies está escrita en dos secciones, y una línea melódica constituida sobre una escala modal junto con un acompañamiento rítmicamente estático. No hay desarrollo motívico ni armónico. Las tres Gnossiennes son experimentales en la forma, el ritmo y la estructura de acordes. Escritas en compás libre (es decir, sin indicaciones de compás ni barras de compás), cada una puede considerarse fácilmente métrica (compás de 4/4):
Al leer los libros de Ana Belén publicados por Bartleby, "De paso por los días" (2016) y "Astillas" (2024) encontré ese lenguaje evocador que busca transmitir las sensaciones, emociones y percepciones de manera vívida y envolvente. Los poetas sensoriales se inspiran en la naturaleza, emociones y experiencias cotidianas (por ejemplo en un parque como el Retiro o lo más profundo de sus entrañas), creando así un puente entre el mundo exterior y el mundo interior a través de la poesía. Es la utilización de metáforas, de imágenes evocadoras y descripciones detalladas de lo que se ve y se siente, y que se deja reposar en el interior de cada uno, sin prisas, sin urgencias. Es una poesía que nos invita a sumergirnos en un mundo de experiencias sensoriales, estimulando la imaginación y despertando emociones profundas.
"Sonidos".
Las hojas de los árboles
ponen música a la tarde.
Remolino de vuelos,
crujidos, chasquidos, zumbidos,
sobresaltos en el parque.
Chocan, se rozan entre sí,
golpean bancos y columpios;
son el eco extraño
de papeleras huecas.
Inquietan en su espiral
de amenaza y violencia".
("Sonidos", de "El paso por los días", 2016, Bartleby).
"Te vas de paseo al cansancio.
Vuelves con la mirada rota
y los pies abiertos.
¿Para qué caminar en balde?
Se equivocaron las voces
tan bien intencionadas.
Es siempre en círculo,
hasta la grieta y el laberinto".
(De "Astillas", 2014, Bartleby).
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En fin, otra tertulia en la que volví a ser feliz. Mientras pagaba mi manzanilla, dos de mis amigas me dijeron que soy un poco "malote" y que a las mujeres ya no les gustan malotes.
Pero esa es otra historia.
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