viernes, 12 de junio de 2020

"El arte siempre está enfrentado al poder y a la censura. A propósito de la Quinta Sinfonía de Shostakovich y una escultura de Pushkin en un parque de Madrid".

Ayer paseé durante un buen rato por un parque pequeño y poco visitado, el de la Fuente del Berro, junto a la estilizada torre de RTVE y la M-30. Estuve sentado junto a la estatua del poeta romántico Alexandr Pushkin, donada a Madrid por el pueblo ruso en 1981 y que inauguró el alcalde Tierno Galván, que había visitado Moscú dos años antes. En reciprocidad Madrid les envió una escultura de Cervantes. A pesar de morir joven en un duelo, Pushkin es el poeta ruso más influyente a lo largo del siglo XIX. Buscó un lenguaje que se apartara del neoclasicismo, con claras resonancias francesas debido a su esmerada educacón, y defendió la libertad por encima de todo, lo que le supuso varios destierros. Pensando en estas cosas, derivé hacia el proceso creativo de las obras de arte, al tiempo que escuchaba en Youtube a otro ruso, la Quinta Sinfonía de Shostakovich, estrenada en Leningrado en 1937. La escuché por primera vez en directo en el Teatro Real siendo muy joven y ya entonces me contaron su curiosa historia. La censura suele manifestarse prohibiendo, mutilando o manipulando las obras. Siempre he considerado a Shostakovich como el último sinfonista romántico, pero que evolucionó con rapidez hacia la modernidad, como se puede apreciar en su Cuarta Sinfonía y en su segunda ópera, Lady Macbeth, consideradas demasiado difíciles de entender. Fue amenazado con ser deportado a Siberia si no recuperaba un estilo compositivo más tradicional. En Leningrado ya había sido detenido el marido de su hermana María y ella incluso deportada a Siberia. Sus abuelos también fueron desterrados. Shostakovich escribió su obra sinfónica presa de una enorme carga emocional y utilizó el lenguaje diatónico para lograr el pretendido "realismo socialista" por parte de las autoridades comunistas. A principios de los treinta, Prokofiev aseguró que el dominio de ese "realismo socialista" y de las músicas regionales de las repúblicas soviéticas darían como resultado un arte provinciano. La Quinta Sinfonía termina de manera triunfal porque Shostakovich estaba obligado a seguir los preceptos que le imponía el poder.

Sigo pensando en todo ello mientras me tomo un té y vuelvo a escuchar la sinfonía de Shostakovich interpretada por la Joven Orquesta Gustav Mahler, con unos jóvenes intérpretes que tienen tanta calidad como entusiasmo. El arte siempre termina triunfando, con independencia de sus propios autores. En esta obra resulta patente la influencia de Mahler y Chaikovsky (que puso música a varias obras de Pushkin, con lo que se cierra el círculo del que estoy hablando hoy).

Es lo que tiene la belleza, la calidad y el buen gusto:

https://www.youtube.com/watch?v=PeJPmIbiqp4



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