miércoles, 17 de junio de 2020

"Este había sido siempre mi periódico".

Empecé a leerlo cuando salió el año 1976, siendo un adolescente. A lo largo de más de media vida, no dejé de leerlo ni un solo día, con la excepción de Navidad y Año Nuevo, en los que no salía a la calle. Y esto sucedía aunque estuviera en el extranjero. Me había acostumbrado a las pequeñas manchas de tinta en los dedos tras pasar las hojas de atrás a adelante. Por ahí leía a Fernández-Santos, Haro Teclen, Carlos Mendo, Francisco Umbral, Antonio Gala o a Soledad Gallego-Díaz, que ayer ha dejado de ser su directora (la primera mujer desde la fundación del periódico). El hecho de que entre sus fundadores estuviera el hijo de Ortega y Gasset (conocí a la familia durante los meses que trabajé en una oficina del Banco de Bilbao situado en la calle Zurbarán esquina con Monte Esquinza, aprendiendo el oficio de broker, del que no tardé en aburrirme porque solo consistía en ganar dinero en medio de un estrés insoportable y que no es bueno para la salud). Cuando el ERE de hace unos años casi dejé de leerlo, pero a veces me vencía la curiosidad y lo leía a escondidas de mí mismo si lo encontraba en cualquier parte, en un café, una biblioteca o un aeropuerto. En verdad que en los últimos años los periódicos se están convirtiendo en una especie de revistas temáticas, unas veces cercanas al HOLA y otras a un "reality show". Los jóvenes ya no leen la prensa escrita tradicional y muchos todavía no se han apercibido de ello. Por otra parte, los dueños de mi periódico son ahora bancos y fondos de inversión con los que nunca me tomaría un café.

En fin, siempre seré un sentimental.

(Por casa anda enmarcada la primera portada del diario, en la fotografía).

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