miércoles, 3 de junio de 2020

"Los besos y los caballos".

Hasta los diez o doce años pensé que los caballos no eran de verdad y solo salían en las películas. El domingo pasado me di una vuelta por el Pardo, el monte mediterráneo más grande de la Comunidad de Madrid y de los mejor conservados de Europa, gracias a Manuel Azana. Me gusta pasear por este lugar para leer y ver incluso jabalíes, ciervos, gamos y otros animales. En el pequeño jardín de su Palacio Real (que fue pabellón de caza de los Austrias y después residencia de invierno de los Borbones y de Francisco Franco) di uno de los besos más bonitos de mi vida. Franco había muerto y la censura había desaparecido del cine. Saqué la fotografía en un club de hípica de la zona donde también me acerco a veces. Los caballos pastaban tan felices al atardecer con las cuatro torres de la Plaza de Castilla al fondo. Y aquello me pareció una película que se estuviera rodando en esos momentos en Madrid. 

Siempre pensé que los besos no pueden estar sometidos por las dictaduras y solo pueden ser besos de película.

Como estos:

https://www.youtube.com/watch?v=kVMsnT0AbRU

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