viernes, 5 de junio de 2020

"Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente".


En diciembre del año pasado compartí en las redes sociales esta fotografía con varios alumnos de la asignatura de Economía del Medio Ambiente en la Universidad Pontificia de Comillas. La observo detenidamente mientras me tomo el primer café de esta mañana de primavera y encuentro a jóvenes de todas partes de España, como Barcelona, Asturias, Tenerife, Cadiz, Murcia, Soria y Madrid. Faltaban otros cuantos, como tres chicos de la Universidad de Deusto, que estaban de Movilidad en Madrid y nos expusieron un bello trabajo sobre la recuperación de la ría de Bilbao y de la ciudad. Todos ellos son alumnos 5º curso, están terminando estos días la carrera y me apetece dialogar y discutir con ellos. Analizamos la relación que puede existir entre los modelos teóricos y el desarrollo sostenible, en sus vertientes ecológica, económica y social, tanto matemática como gráficamente. Sabemos que la energía es el denominador común de todos los bienes. Las dos fuentes de la energía son los flujos renovables con origen en los recursos renovables y los depósitos o stocks limitados. Por otra parte también sabemos que toda transformación energética (mecánica, calorífica, eléctrica, química, solar o nuclear) constituye una degradación, desorganización o desestructuración, que es lo que denominamos como entropía. Las leyes de la Termodinámica son el núcleo esencial de la Economía ecológica. El conocidísimo principio de la conservación nos asegura que la materia y la energía ni se crean ni se destruyen, solo se transforman. Además cualquier cambio o transformación (con mantenimiento de la cantidad) origina mayor desorganización. Esto es la citada entropía. Seguimos consumiendo energías fósiles, junto a energías no convencionales, en forma de energía electromagnética, lo que altera el equilibrio electromagnético terrestre, con la más que evidente destrucción de la capa de ozono y la entrada de radiación ultravioleta.
 
Esto es lo que contaba a mis alumnos.

Desde entonces han pasado muchas cosas en España y el mundo. Todavía no tengo claro si la pandemia que estamos sufriendo está relacionada o no con todo esto, aunque el deterioro y la transformación de la biodiversidad resultan evidentes. Así que lo único que se me ocurre es seguir estudiando. Supongo que el Fausto de Goethe estaría de acuerdo con mi punto de vista y no querría vender el alma a Mefistófeles para poder mantener su eterna juventud.

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