Los primeros saben desde el principio adónde quieren ir y consiguen llegar a su destino casi siempre sin demasiadas dificultades. Los segundos saben que necesitan contar algo, pero la escritura se convierte en un apasionante y apasionado viaje hacia lo desconocido a través del lenguaje, la verdadera esencia de la literatura. Rafael Soler se considera de los segundos, y ayer nos lo contó con pasión durante la tertulia literaria on line del "Café Gijón", que llegó a contar con 45 asistentes. Si todos anhelamos los abrazos y un mundo "presencial", también debemos reconocer que la tecnología tiene sus ventajas, como lo es reunir a escritores y amantes de la literatura en México, Argentina, Holanda, Alemania, Francia, Estados Unidos o cualquier lugar de España.
La charla sobre la última novela de Rafael Soler, "Necesito una isla grande" (2020) comenzó hablando de los escritores jóvenes, como lo son Abel Jara Romero y María Rodríguez Velasco, en la segunda fotografía, de la manera en que se plantean los primeros intentos por escribir una novela, y terminó haciéndolo de la madurez, tanto en la forma de escribir como en el tema elegido por Rafael, como explicaron, por ejemplo, Antonio Infante, Germán Gullón y Almudena Mestre. ¿Qué hacemos con los viejos en el mundo, los metemos en residencias para que la soledad, los virus y la tristeza acaben con ellos, con nosotros, porque todos llegaremos a serlo antes o después? ¿O aprendemos a convivir con todas las edades del hombre? Los personajes de Rafael no quieren morir en una cárcel, como llamaron a esos lugares la psicóloga mallorquina Elena Gayan (tercera foto), la actriz mexicana Laura Guadalupe y el músico Chema Meléndez (cuarta fotografía). Y por eso huyen de la residencia en busca del mar. Me parece que esta historia tiene algo de "Los cuatrocientos golpes" de Truffaut, de la búsqueda de la libertad que todo escritor consciente de su papel debe llevar en lo más profundo de su ser.
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