jueves, 14 de marzo de 2024

"En la cafetería de Filología".

Hacía tiempo que no me tomaba algo en la cafetería del edificio B de la Complutense, cuando me puse a estudiar Literatura siendo ya Catedrático de Economía. Ayer fui por allí (es la primera fotografía) y en seguida me asaltaron todas las imágenes del primer año de la carrera. Entonces recordé las asignaturas de Teoría de la Literatura, con Ángel García Galiano, Texto Narrativo y Géneros Literarios, con Antonio Garrido Domínguez, Literatura Comparada, con Ángel Villar, que por cierto me hizo algún retrato en medio de la clase mientras nos hablaba de la literatura de viajes, pues le gusta dibujar, o Crítica literaria con Antonio García Berrio. Y los rostros de mis compañeras (más del noventa por ciento eran mujeres), como Cristina Cerrada, una de las grandes novelistas de este país, profesora del taller de escritura creativa de "Fuentetaja", si no recuerdo mal, y con la que estuve en el tribunal cuando se hizo doctora (la segunda foto es de ese momento en la misma cafetería), la joven leonesa Alba Martínez que ya era periodista y a la que dediqué uno de mis "Cuentos de los otros", la canaria Thenesoya Vidina, que se fue a hacer el doctorado a Harvard, Ángela Piedras que se ha hecho editora y todavía es una de mis tertulianas a estas alturas o Eva Ariza Trinidad, que después de trabajar como modelo muchos años escribió una tesis doctoral sobre Cortázar y Borges. Casualmente, me la encontré ayer antes de irme de la Facultad. Me dijo que ha publicado una novela corta, es profesora de Teoría de la Literatura y también asesora literaria de una conocida editorial. 
 
Ahora me tomo el primer café y recuerdo lo bien que me lo pasé explicando, en la asignatura de Teoría de la Literatura, a Laurence Sterne, el autor del "Tristram Shandy", uno de los libros más libres y modernos que existen, y eso que es del año 1759, y relacionándolo con "Rayuela".
 
La cosa me salió tan bien que el mismo día recibí dos declaraciones de amor, pero casi nunca me he creído las declaraciones de amor y además ninguna de las chicas se llamaba Penélope ni le gustaba el jazz:
 

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