martes, 26 de marzo de 2024

"Soy un escritor romántico y primaveral".

Qué le voy a hacer yo si me gustan los animales y me enamoré de adolescente de Goethe y su "Werther", de Lamartine y su "Jocelyn", de Chateaubriand y sus novelas breves "René" y "Atala". Todas ellas las recuerdo leyéndolas, a las orillas del río Tiétar, en mis veranos de los quince y dieciséis años de los meses de junio a septiembre, al pie de la sierra de Gredos, con las hormigas subiendo y bajando ricamente por mis pies descalzos. A la vez se apoderaban de mis sentidos Beethoven, Schubert, Berlioz, Chaikovski, Chopin, Wagner, Liszt, Brahms, Verdi, Puccini, Bruckner o Mahler.
 
Mientras me tomo un café en este martes de primavera me acuerdo de una tarde de domingo de aquellos diecisiete o dieciocho años en la que algunos amigos quedaron por la zona de Orense para tomar algo y ver si ligaban, me dijeron por teléfono (en aquellos teléfonos fijos que ya no usamos apenas). Yo les dije que prefería quedarme en casa escuchando y estudiando "El anillo del nibelungo", más o menos como se refleja en este video:
 
Con el paso de los años escuché la Tetralogía en el Metropolitan de Nueva York:
 
¿Me habré perdido muchos ligues, como los de aquellos amigos de mi juventud, por quedarme escuchando a Wagner?
 

 

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