martes, 19 de marzo de 2024

"El profesor bohemio de primavera en Madrid".

Así es como me llama un alumno mexicano que está de intercambio en mi Universidad (este cuatrimestre tengo bastantes alumnos de México). Algunos días nos encontramos en el 2 después de clase. Me cuenta algunas cosas de su país y también lo que opina de los españoles, siempre tan sonrientes y dicharacheros. El domingo me acordé de estas palabras suyas mientras paseaba por un Rastro lleno de gente, la Plaza Mayor (donde me saqué esa fotografía) y todo el centro. Y me vinieron a la cabeza una canción de amor y unas frases de "El rey Lear". "Si por besarte tuviera que ir después al infierno, lo haría. Así después podré presumir a los demonios de haber estado en el paraíso sin nunca entrar". Como hacía muy buen tiempo pensé en todos los besos que me han dado en mi vida. Me han dado besos de lado, inclinados, directos, bajo presión. También besos superiores, de broche, palpitantes, de contacto, besos para distraer, para encender la llama, besos nominales. Y besos con las pestañas, con un dedo, con dos dedos, los besos que despiertan y demuestran. Besos del recuerdo, transferidos, lacrimosos, al pecho, viajeros y besos sin reloj, muchos besos sin reloj, que son los que más me gustan. 
 
En La Latina se había formado un corro de gente que escuchaba a unos músicos. No tocaron la canción que yo no dejaba de tararear, pero me dio igual. 
 
Sé lo que es una mujer enamorada:
 
 

 

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