domingo, 10 de marzo de 2024

"Leyendo a Ortega en un Café de sábado".


 
 
Son las "Meditaciones del Quijote", de 1914, su primer libro, donde escribió su célebre frase: "Yo soy yo y mi circunstancia". Hacía tiempo que no me sentaba a releerlo y ayer lo hice. Leí los libros de Ortega (y de Marías) con veinte años. Eran los libros que le quitaba a mi hermano, y ahora se los quito a mi hijo. Con Ortega vuelvo a Kant y a Husserl, y me aparto un tanto de Hegel (el otro día utilicé a este último en clase). No hay un yo abstracto, sino que la mitad de mi yo son los demás. Quizá por eso me gusta estar con la gente y también estar solo. Soy un ser pensante que piensa el mundo o lo intenta. Es ese perspectivismo que se sitúa entre el racionalismo y el vitalismo ("El tema de nuestro tiempo", 1923). Con Ortega aprendí a mirar la sierra de Guadarrama de Madrid desde todos los puntos de vista, pues cada persona la puede mirar desde un sitio, pero al final todos vemos la misma sierra. La realidad radical es la vida. No hay verdades eternas ni absolutas sino perspectivas sobre la realidad. Ortega nos habló del proyecto común de España ("La España invertebrada", 1921), de aumentar el nivel cultural de la gente para dejar de ser vulgares y que cada uno nos ocupemos de nuestra vida sin ser dirigidos por nadie ("La rebelión de las masas", 1929). 
 
El otro día leí que el Pompidou, el centro de arte contemporáneo de París, va a cerrar durante varias años por obras, y recordé que allí vi a finales de los 90 el ballet "Don Quijote", que recoge, básicamente, las bodas de Camacho (Gamache en el ballet), el episodio narrado en el capítulo XIX de la Segunda Parte, donde se relata el romance entre el barbero Basilio y la joven Quiteria (Kitri). También recuerdo la primera vez que leí esta Segunda Parte y comprendí porqué es la mayor obra del español, y eso que estábamos en 1615:
 
A veces nos preguntamos de dónde venimos, cuando en realidad la respuesta es sencilla de entender. Me gustan mis compañeros de viaje.

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