Después de varios intentos por tomarnos un café, por fin nos conocimos
en persona Clara y yo, en su casa, uno de los lugares más literarios en
los que he estado últimamente, lleno de libros, escritores y alumnos.
Hablé un rato con mi amiga Carmen Valcárcel, a la que no veía desde que
coincidimos en un tribunal de tesis sobre Ángel González, y, entre otras personas, conocí físicamente a las escritoras Valeria Correa Fiz, Carmen Dorado y Florencia del Campo.
Con Florencia hablé más rato, de cine, de literatura, de Borges. Tal
vez por eso he soñado con él, además de con Nora Lange y Oliverio
Girondo. Borges amó mucho y no fue correspondido casi nunca. Conoció a
muchas mujeres, y una le dejó una huella que no fue capaz de borrar,
Nora Lange, la musa de los escritores vanguardistas argentinos, la mujer
que prefirió a Oliverio Girondo, el poeta que escribió que nunca podría
amar a una mujer que no supiera volar.
El efecto de su amor por Nora fue tan grande que es posible que no pudiera desprenderse nunca de él. Es el leitmotiv, sin duda, de uno de sus cuentos más famosos: “El Aleph”, y eso que habían transcurrido más de veinte años de la historia. En el relato se burla de un poeta mediocre, Carlos Argentino, mientras que asiste con asiduidad a la casa de una amiga muerta, Beatriz Viterbo, un trasunto de Nora, pero también de la Beatriz de Dante e incluso de Dulcinea. Y en esa casa encontrará la esfera que recoge el mundo en dos centímetros de diámetro, el mundo que es todos los mundos, el amor que es todos los amores, el número que es todos los números, el aleph, la primera letra del alfabeto hebreo y de los cabalistas.
He soñado con "Fervor de Buenos Aires", su primer libro de poemas, con el segundo, "Los días y las noches", y he imaginado en sueños su primera experiencia como cuentista, "La historia universal de la infamia". Al final del sueño yo escribía una novela, "Las mentiras inexactas", que transcurre en la Plaza Santa Ana de Madrid y donde al final aparece María Kodama. Uno de los leitmotiv de esa novela es el propio Borges.
(Es lo que tienen las fiestas con escritores en pleno centro de un Madrid en verano).
El efecto de su amor por Nora fue tan grande que es posible que no pudiera desprenderse nunca de él. Es el leitmotiv, sin duda, de uno de sus cuentos más famosos: “El Aleph”, y eso que habían transcurrido más de veinte años de la historia. En el relato se burla de un poeta mediocre, Carlos Argentino, mientras que asiste con asiduidad a la casa de una amiga muerta, Beatriz Viterbo, un trasunto de Nora, pero también de la Beatriz de Dante e incluso de Dulcinea. Y en esa casa encontrará la esfera que recoge el mundo en dos centímetros de diámetro, el mundo que es todos los mundos, el amor que es todos los amores, el número que es todos los números, el aleph, la primera letra del alfabeto hebreo y de los cabalistas.
He soñado con "Fervor de Buenos Aires", su primer libro de poemas, con el segundo, "Los días y las noches", y he imaginado en sueños su primera experiencia como cuentista, "La historia universal de la infamia". Al final del sueño yo escribía una novela, "Las mentiras inexactas", que transcurre en la Plaza Santa Ana de Madrid y donde al final aparece María Kodama. Uno de los leitmotiv de esa novela es el propio Borges.
(Es lo que tienen las fiestas con escritores en pleno centro de un Madrid en verano).
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