"Ifigenia
en Táuride", de Gluck, es una de las músicas que se escuchan en mi
novela "Entrevías mon amour", de la que hablé ayer por aquí y estuve
escuchando buena parte de la tarde. Aproveché para releer la tragedia de
Racine, como explicaré después.
Literariamente tuve a Faulkner
presente a lo largo de los 20 años que tardé en escribir la novela, pero
musicalmente fue la tragedia de Eurípides a la que puso música Gluck, y
que está en la base de la "Ilíada", la que más me motivó.
Los dioses impusieron a Agamenón el sacrificio de su hija Ifigenia si
quería continuar con su flota hacia Troya. Cuando escribo busco
encontrar un sentido mítico a los hechos que me interesa expresar. Digo
esto porque utilicé el sacrificio de las tres mujeres de mi novela,
Judith, Edipa y la Niña, como una metáfora del sacrificio de tantas
mujeres durante la dictadura de Franco, en realidad de cualquier
dictadura y sociedad que desconoce la libertad.
Una síntesis de la ópera es esta:
Gluck compuso otra Ifigenia, "Ifigenia en Áulide", siguiendo la
tragedia de Racine. Su obertura es un compendio de la música barroca,
sencillamente deliciosa. Es como si se pusiera ante nuestros ojos toda
la cultura de la humanidad, desde Eurípides hasta el Barroco.
Además, musicalmente, yo crecí escuchando a Furtwängler en casa:
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