Hacer una tertulia en el "Café Gijón" con Ricardo Virtanen,
vecino del barrio de Rivas, en Madrid, que lleva ese apellido porque su
padre, que también era músico, conoció a su madre, finlandesa, en una
gira por su país, y luego se casaron en un barco, es hablar de la
bohemia de estos días, una manera de ser que se mezcla con toda
naturalidad con su doctorado en literatura, sus libros de poemas y
aforismos, los ensayos académicos en los que está metido y la enseñanza de la música, la lengua y la literatura en un Instituto de Bachillerato.
Seguramente Murguer hubiera escrito en estos tiempos otras "escenas de
la vida bohemia" dedicadas a Ricardo Virtanen, trasladando París a
Madrid, y Puccini les hubiera puesto música, la que él pone cada día con
su grupo de rock. Mientras me tomo un café y escribo esto, tengo la
sensación de que Ricardo piensa de la bohemia lo mismo que yo. Lo más
importante de cada persona está en su mente. La mente de Ricardo es la
de un intelectual al que le gusta vivir la vida, siempre a su aire, sin
falsas ataduras. Y eso me suena.
Como la música.
Desde que la escuché por primera vez supe que la voz de Pavarotti casi no pertenece a este mundo. Va por ti, Ricardo, y por todos los que aún tienen (tenemos) sangre bohemia en las venas:
https://www.youtube.com/watch?v=OkHGUaB1Bs8
Como la música.
Desde que la escuché por primera vez supe que la voz de Pavarotti casi no pertenece a este mundo. Va por ti, Ricardo, y por todos los que aún tienen (tenemos) sangre bohemia en las venas:
https://www.youtube.com/watch?v=OkHGUaB1Bs8
No hay comentarios:
Publicar un comentario