Cuando ayer hablaba de sentirme un "bicho" raro no lo hacía con
relación a la gente que va al fútbol o no lee o le da igual la cultura.
Estaba pensando casi ontológicamente, y en concreto en algunos alumnos y
amigos que he ido encontrando por la vida.
Ser o no un bicho
raro es algo que me resulta indiferente, entre otras cosas porque
siempre hago lo que me da la gana. Sin embargo, he visto (y todavía veo)
sufrir a otras personas por el hecho de ser distintos. Niños de los que
se reían sus compañeros del colegio por ser gordos, cojear, tener las
orejas grandes, ser miopes (entre los "gafotas" me incluyeron a mí algún
tiempo, hasta que me pegué con uno que se burlaba a la puerta del
colegio. Debía de tener 11 o 12 años y no he vuelto a pegarme en mi
vida. Ese niño era un protegido de la directora y esta me castigó a mí,
además de que se me rompieron las gafas). Esos niños se hicieron mayores
y continuaron siendo insultados o menospreciados por ser negros, por
ser gais, por ser feos, por ser pobres.
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