Animado por un precioso texto que escribió en esta red social María José Muñoz Spínola, arquitecta y tertuliana del Café Gijón, ayer me fui a ver la exposición del fotógrafo norteamericano Steve McCurry (1950), el autor de "La niña afgana", publicada en la revista National Geographic en 1985. Gracias al más del centenar de fotografías de este graduado en Artes Escénicas por la Universidad de Pensilvania (1974), desde el interior del Colegio de Arquitectos se puede hacer un viaje por el mundo, de Afganistán a la India, del Sudeste asiático a África, de Cuba a Estados Unidos, de Brasil a Italia. La obra de un artista libre que "ha dibujado los ojos al mundo" me interesó por dos cosas en particular. Una, al permitirme reflexionar sobre varios asuntos que explico desde hace algunos años en un máster sobre Asuntos Internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas, en relación a los países de Oriente Medio y Sudeste asiático. La otra se refiere a mi viaje a la India de hace un tiempo y esa idea de escribir una novela sobre el país, que he empezado tantas veces, pero que soy incapaz de continuar de una manera coherente. Como nunca he pretendido vivir de la literatura, puedo estar 20 años escribiendo una novela, como me ocurrió con "Entrevías mon amour", o más de media vida con la última, "Poeta en Madrid".
La cuarta foto es del desierto de Rajastán. Ahí están Pushkar y su lago sagrado que surgió de las lágrimas de Brahma, porque en ese lugar lloró una vez. Ahí está la novela que todavía no he escrito. Por ahora solo es la hermosa vida feliz que he vivido y la música que he escuchado, algo parecido al sonido de dos flautas de pico unidas, la alghoza, el recuerdo de una noche estrellada frente a las aguas sagradas de Pushkar:
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