El otro día la poeta alicantina Gabriela Amorós Seller me habló de la calidad de esta poeta de Murcia, a la que no había leído, por lo que ayer dediqué toda la tarde a cubrir esta lamentable laguna por mi parte. Este mayo pasado presentó su último libro en la Universidad de Murcia, "Mientras dure la luz", con 92 años. Dionisia García nació en Fuente Álamo (Albacete) el año 1929. Siendo una adolescente se trasladó a Murcia para estudiar Filología Románica. Estuvo muchos años sin publicar los poemas y relatos que escribía desde siempre, y con casi 50 años publicó su primer libro de poemas, "El vaho de los espejos".
A partir de aquí su obra fue creciendo en torno a los recuerdos, la soledad, el amor, el paso del tiempo y la aflicción que ello produce en sus personajes.
EHEU, FUGACES...
HORACIO, Oda XIV, Libro II
"Cuando vuelvas, ya no estarán aquí;
serán otros los que pinten los postes,
los que abracen a las muchachas rubias
y regalen mecheros automáticos;
habrá cambiado la moda su color:
los zapatos morados envejecen
sobre sus plataformas,
y, en un tiempo fugaz, se menosprecian.
Hoy he querido dilatar la noche
para oír la música del clavicordio,
que llegaba tenue desde la ausencia;
alguien supo sacar la melodía,
guardada tras el umbral del tiempo".
(El vaho de los espejos, 1976).
LO INOLVIDABLE.
"La luz lejana y tenue de la tarde,
y las palabras derramadas
como susurro, repetidas
después en el insomnio.
A punto de decir los labios florecidos,
todavía sin besos;
una primera mano
en el regreso de la Romería.
Humedeciendo el rostro, lluvia fina
abrigaba el comienzo
/ de una incierta aventura
que mereció la pena.
(Mientras dure la luz, 2021).
En algún sitio he escuchado decir a Dionisia García que "se escribe la vida y que, si no se vive, no se puede escribir". Espero que siga escribiendo muchos años; eso querrá decir que continuará viviendo con la misma intensidad como hasta ahora, y quizá escuchando la misma música que yo escucho mientras me tomo el primer café de esta bonita mañana antes de irme a "vivir" con mis alumnos un rato de nuestras vidas, como en esta galería de Turín, y nos envuelve Mozart:
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