lunes, 6 de diciembre de 2021

"Himno a la paz en el Día de la Constitución, y mi rodilla".

Igual que digo a mis alumnos que el mundo entero debería estar ya vacunado contra la COVID19, tanto los países ricos como los países pobres, suelo referirme a veces a la importancia de la Constitución española de 1978. La Democracia es el mejor sistema de gobierno, de convivencia y de desarrollo económico, y, afortunadamente, es lo que tenemos en España, y cada año que pasa en más países de este mundo.
Ayer me referí por aquí a la conferencia que impartí sobre Leopoldo María Panero en la Universidad de La Laguna. El acto acabó con la interpretación del "Himno a la paz", con música de Agustín Ramos y letra del escritor Javier de la Rosa, que aparece en esta foto con mi hijo y con Noelia Noda, una de sus grandes amigas, licenciada en Educación Primaria como él. En cierto momento me subí al piso de arriba del Vicerrectorado con el típico patio canario, e hice un video con el móvil:
 
El video me quedó un poco regular (se me da mejor escribir novelas y cuentos o poner la lavadora), pero ahí queda como un testimonio de la velada. 
 
En el folklore de las islas, la folía es una de las danzas importantes, junto a la isa y la malagueña. Su origen está en Portugal o el reino de León. El escritor Domingo J. Navarro tiene un libro que se llama "Recuerdos de un noventón" (1895), y en la página 95 habla de las Folías, refiriéndose a las costumbres de Las Palmas en su juventud: "Las folías canarias son tranquilas y muy ceremoniosas. Cuando se inicia la música de guitarra las damas, que están sentadas, graves y silenciosas, se esperan a que avancen los donceles reunidos junto á la puerta. Desde que suena la música se adelanta el galán (...) y la dama se levanta, se coloca a cierta distancia y baja los ojos, arquea sus brazos, mueve su talle, dá acompasados pasos adelante, atrás y á los lados y guarda siempre la misma distancia. Si su compañero avanza, ella retrocede; pero si él se aleja, ella adelanta sus pasos en señal de reconciliación".
 
Me pondría ahora a bailar -mientras me tomo el primer café de la mañana-, pero me sigue doliendo la rodlla. No obstante he quedado dentro de un rato con el poeta, tertuliano del Café Gijón y osteópata Oskar Rodrigáñez y ha prometido quitarme el dolor en un instante.
 
A lo mejor termino el día bailando una folía, jeje.
 

 

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