No es uno de los personajes que salen en TV, ni en el resto de los medios habituales de comunicación, por eso hoy voy a hablar de él. Falleció este miércoles, a los 80 años, tras una larga enfermedad. Esta es la gente que me interesa.
Hablo del sacerdote Enrique de Castro.
Hace años me invitó a dar clase "gratis" en su parroquia a un grupo de inmigrantes sudamericanos; se extrañó de que yo aceptara sin pedir nada a cambio. En realidad sujetos como él inspiraron al padre Román, uno de los personajes de mi novela "Entrevías mon amour" (2009, Bartleby). La inspiración esencial para mí fue Abundio García Román, creador de las Hermandades del Trabajo, del que escuché hablar a mi madre muchas veces cuando yo era pequeño. Aun así él sabe, allá donde esté, que mi personaje también era una especie de "cura rojo" y "cura de los pobres", como él y el padre Llanos, por su lucha contra la pobreza y por su trabajo con los marginados desde la parroquia de San Carlos Borromeo, de Entrevías, en el barrio de Vallecas. Mientras escribí mi novela a lo largo de 20 años hablamos varias veces y aproveché para preguntarle por ese mundo tomando un café. Yo no escribo nunca por escribir, ni para sentirme mejor o algo parecido, sino en busca del conocimiento. Enrique estudió en el Pilar, con otros "hijos de la burguesía" madrileña de los 40 (yo lo conocería muchos años después), y se licenció primero en Filosofía y Letras, y a continuación en Teología. Siempre estuvo preocupado por los asuntos sociales, la exclusión y la pobreza, por las injusticias que se daban en el sur de Madrid. En 1972 se ordenó sacerdote, se marchó al Alto del Arenal y en seguida se integró en el movimiento de los "sacerdotes obreros". Y su apuesta por las misas abiertas y participativas, marcadas por su desafío al franquismo y su espíritu crítico frente al mismo, le costaron ser objeto de persecución por la brigada político social franquista, y terminó detenido y encarcelado en Carabanchel. En los 80 llegó la lucha contra la droga, y él siguió ayudando a los marginados, hasta el punto de tener que irse de la Parroquia de Cosme y Damián ante las "quejas" de los vecinos por acoger a drogodependientes. Y se marchó a San Carlos Borromeo, donde fundó la Asamblea de madres contra la droga y contribuyó a la persecución de los puntos de venta. Sus propuestas llegaron al Congreso de los Diputados. En los últimos años la parroquia quedó convertida en Centro de Pastoral debido a sus discrepancias con la jerarquía.
No le gustaban el lujo y la pompa, pero sé que le gustaba Mozart, así que va por él y por todos los que son como él en cualquier lugar de este mundo:
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