miércoles, 22 de febrero de 2023

"Y crecieron jardines en la calle Princesa".

Seguro que ocurriría algo así, pronosticó ayer por la mañana Miguel Ángel Yusta refiriéndose a la tertulia literaria que íbamos a tener por la tarde en Casa Manolo con la escritora Juana Vázquez a propósito de su último libro, "El desconcierto de vivir", el primero de cuentos, tras escribir libros de poemas, ensayos y novelas. Y no se equivocó gracias a la profunda y cariñosa presentación de Almudena Mestre, a la lectura de uno de los cuentos por el escritor Rafael Soler y a las sucesivas intervenciones de Javier del Prado, Peter Redwhite, María José Muños Spínola, Mariwan Shall, Antonio Banús, Isabel Montero, Juan José Moragrega (me gustó volverlo a ver, con Isabel Llorente), Carmen Sogo, Ilia Galán (el editor de los libros de poesía de Juana y profesor de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Carlos III), Inmaculada de la Fuente e Inma Chacón, y otros amigos, y todo ello bajo la dulce mirada de mi querida rubia catalana Silvia López y la diligencia de Marta, la encantadora camarera. Una mañana Juana llegó a su casa "desesperada" ante el papeleo que tenía que hacer para que su "tata", ya muy mayor, dispusiera de un aparatito que le sirviera para conectar con los médicos si se encontraba sola en la casa y sufría una caída u otro tipo de emergencia. Y así comenzó el primer relato de su libro, intentando sobrepasar la pequeña realidad de cada día. Todas las historias tienen que ver con algún recuerdo o acontecimiento vivido con desasosiego existencial; pero, como es obvio, la anécdota no aparece, sino lo que significó para ella o las sensaciones que despertó en su interior. Su voz narrativa se bifurca en muchos momentos y aparece una segunda persona, íntima pero suficientemente distanciada, tal vez por la necesidad de contarse y ser narrada por otra voz que no sea la primera. No obstante, Juana confiesa que la forma de enfocar la voz narrativa no es una técnica de la que tenga conciencia y considere al escribir el libro, y menos que, cuando aparece, sea con la intención de "examinar" algo. En todos sus libros, y mucho más en este, apenas pasa por la razón lo de utilizar determinadas técnicas literarias, lo que no quiere decir que no las haya, pero vienen del subconsciente, en su opinión. Ella siempre dice que escribe en "estado de gracia" y ese estado se da en toda su obra creativa y, principalmente, en la poesía, su primera novela, "Con olor a naftalina", de la que también nos habló ayer, y en este libro de cuentos.
 
Estuve observando a Juana mientras hablaba, y lo hacían el resto de tertulianos (casi todo el rato de pie porque casi no cabíamos y me daban ganas de ponerme a bailar en medio del precioso salón). Mi forma de ver el proceso creativo es distinta, más aristotélica que platónica (de trabajar la "poiesis" que del "furor" platónico). Aun así. me gusta conocer a artistas de todo tipo, y así seguir aprendiendo. Como digo siempre a mis alumnos, si en el DNI se pudiera poner la profesión, como hace años, siempre escribiría "estudiante".
 
Y el eterno estudiante se paseó por el jardín lluvioso de su tertulia literaria, como un peripatético, escuchando esta música, después de dar un beso a la chica guapa, claro:
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario