El otro día volví a decir a mis alumnos que nunca dejen de viajar, de conocer a otras personas y otros paisajes. Únicamente a través del conocimiento serán felices y tendrán una mente equilibrada, en ese "mesotés" aristotético del que tanto les hablo, ya que "en el centro está la virtud". Y anoche me fui a Nápoles sin moverme de Madrid, así, por las buenas, recordando el Wasap que me envío ´María José Muñoz Spínola con una canción de "Pink Martini" (ella se encuentra en la fotografía junto a Peter Redwhite en un jardín muy mono de un Café de las Rozas). Es lo que tienen la música y la literatura, y sobre todo mi imaginación.
"Una noche en Nápoles
Con la luna y el mar
Conocí a un ángel
Que no podía volar más..."
Y vuelvo a desayunar en Nápoles este domingo tan agradable. En realidad nunca he tenido mucha imaginación. Me limito a vivir y a recibir las flores de la vida. Creo que por eso siempre he olido tan bien:
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