Me gustan todas las tertulias literarias que hago, y también las más gamberras, como la de ayer por la tarde en el Café de Casa Manolo con la presencia del escritor madrileño Lorenzo Rodríguez Garrido y su primer libro de poemas "Noticias del otro lado". Lorenzo es un tipo que me cae de maravilla, como persona y escritor. Su sentido del humor se parece mucho al mío, y podemos hacer el tonto sin mayor problema mientras hablamos de Juan Ramón Jiménez, Eliot, Joyce, Dickinson, Faulkner, Baudelaire, Van Gogh, y hablamos de amor y desamor, porque así es la vida, y nos reímos sin parar y nos llevamos la contraria. Las tertulias, mis tertulias tienen que ser a la fuerza presenciales, para que la gente se mire a los ojos, para que yo mire a los ojos, y digamos lo que queremos decir sin barreras ni cortapisas. Para que Almudena Mestre, María José Muñoz Spínola y Cristina Fernández nos regalen una lección de literatura después de haberse leído con detalle y cariño el libro de poemas de Lorenzo, para que Juana Vázquez me lleve la contraria pues ya se encuentra mejor, aparezcan dos amigos de Pepe Villacís, que no pudo venir por la gripe, otros amigos de Lorenzo, como Gonzalo, el filósofo, el hermano de Mar, que estudió con mi hijo en el colegio, la pintora Andrea Reyes y su madre, que me dijeron al acabar que estudiaron Humanidades en la Universidad San Pablo, en la que he dado clase tantos años, el escritor asturiano Miguel Barrero, que espero que vuelva con nosotros con su nueva novela a punto de publicar en Galaxia Gutenberg, Marisa Corrales que venía por primera vez y nuestros tertulianos habituales (Javier Del Prado sigue algo malito y Mariwan tenía también malito a su niño). A esta tertulia viene el que puede y el que quiere. Lo único que debe saber es que nos vamos a reír un montón, sobre todo de nosotros mismos, y a hablar de literatura, de ese lugar mágico en el que se esconde el sabor de la manzana.
A Lorenzo y a mí tan solo nos faltó ponernos a bailar en medio del precioso salón del barrio de Argüelles:
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